En plena ola de regresos musicales hace un tiempo nos enterábamos de la vuelta de Faith no More. Lo que en un inicio fue una gira europea se agrando y Latinoamérica entró en la agenda. Y si de sudamerica se habla era difícil que no anclaran en Bs As.
Así es la banda de Mike Patton estará el 1 de noviembre en el club Ciudad. Será la oportunidad de verlos y escucharlos en vivo después de muchos años.
De ahora en más hay que hacer fuerza para que esta gira no se quede en eso y los muchachos aparte de hacerce unos verdes se les de por dares una vuelta también por el estudio de grabación.
Hace un tiempito conocí a trvés de un documental proyectado en el Cine club municipal. Se trata de Andrés Caicedo.
La conclusión es simple. Caicedo era ya un bloguero en aquellos setenta.
Noche sin fortuna
Sentado en mi taburete yo contemplaba: Que Antígona había puesto los codos sobre los flaquitos flaquitos brazos de mi primo, las rodillas sobre sus muslos esmirriados, dejándolo, pues, inmovilizado. Empezó a frotarle las orejas hasta dejárselas rojas y luego se las arrancó a mordiscos. Siguió con la nariz, las encías, luego a lamerle la manzana de Adán, y él no protestaba casi, yo veía como sus ojos giraban por todo ese cuarto, cuadros de sus padres, fotos ampliadísimas de paseos y fincas, fusiles sin balas, yo sentado, asombrado, quieto, sintiendo como mis granos ebullian, contemplando como era devorado mi primo, y ella ni se movía casi, a no ser que su estómago bajara y subiera sobre él en la respiración agitada del que come con hambre.
¿Cuanto haría que ella no comía? ¿Qué pensaría mi primo, le abrí la puerta al primer visitante y me dejó entrar la muerte? Y no la muerte a secas señores, la muerte en esa forma. Luego ella empezó a susurrar las palabras más amorosas del mundo y bajó la mano y le bajó el cierre relámpago de su Blue-jean Levis y tenía el pipí parado! me levanté muerto de celos, patié esa mano que agarraba el miembro en forma de pepino, enorme para su edad.
Mi primo soltó un berrido, ella me voltió a ver con carne blanca y pelos negros en la boca y me alejó con una especie de resoplido de ballena o de tigre y tiburón. "Está bien, está bien",pensé, y me senté de nuevo.Ahora el que hablaba era él.
Decía que le lamiera primero el pecho y que después mordiera, ¿Así?", decía ella, y acto seguido mordía, y él "sí, así", y luego "más duro", y ella "¿más duro qué?", "la lamida, la lamida", decía él, claro, por que la mordida no podía ser, porque cada mordida era duro, debía doler terriblemente. Reloj en mano comprobé cuanto duró la cosa, hasta los huesos, hasta que ella no necesitó agazaparse sino reclinarse como en posición yoga y chupar los fémures, exquisitos, los cartílagos de codos y rodillas, le dio una chupada a cada bola de cada rodilla, no dejó una sola sobra, un solo desperdicio, operación limpísima, limpísimo el esqueleto de Mariátegui mientras yo sentía un río de agua hirviendo adentro y podía avergonzarme del olor que despedía mi piel toda, lista para ser comida, ella respiraba cada vez más espaciadamente y luego se echó sobre el esqueleto y reposó, y yo me paré del taburete inquieto, y te pregunté: "¨Y ahora yo? ¨Y yo qué?". Ella no me contestó: dormía. "Noche sin fortuna"
Hace una semana a la vuelta de un día de campo en vispera de feriado me empecé a sentir incomodo, inestable, sin ganas de nada. No cené, rechacé una invitación de mi amiga para una fiesta electrónica en el centro de la ciudad. Esa noche me dormí temprano, como a la 1 de la mañana. Y ahí empezó la pesadilla, la fiebre, los sueños, esos sueños más inexplicables que lo habitual, la confusión, la sed, las ganas de vomitar. Después de la larga noche las nauseas me despertaron, salté de la cama, corrí al baño y ahí me despedí de los alimentos ingeridos en los últimos días. Después de vomitar una extraña calma me invadió y lentamente las cosas volverían a la normalidad.
Mientras conversaba telefónicamente con ella, empecé a sentir la tensión sexual, si era eso, estaba en el aire, creo que ella también lo sentía. La conversación era una escusa para lo otro. Ni yo y pienso que ella tampoco quería que terminara esa conversación intrascendente. Si no hubiera sido por las distancias que nos separaban la tensión nos hubiera contagiado tanto que nada nos hubiera importado.
Con esto de futbol “free” por canal 7 volvieron algunos viejos conocidos, tal es el caso de Marcelo Araujo; y con él volvió el basureo de cronistas a la transmisión.
“Es increíble” dice Jacinto –“Cinco de cada diez minas que tengo en Facebook son tortas”. –“¿Qué ocurrió en estos años?” rezonga don Cristobal, mientras preparan otro mate con los ojos pegados al lcd.