martes, 19 de agosto de 2008

Viejo zorro


La entrevista es extensa pero interesante, en este caso se trata del músico, escritor y actor australiano Nick Cave

Tras tres décadas fabricando discos y pateándo escenarios, Cave llegó el pasado septiembre a sus 50 años de edad con la misma mirada incisiva de sus grandes ojos, ahora seguramente más serena, y subrayada por un mostacho de bandolero.

Fue rockero destroy con sus implacables Birthday Party, conoció el malditismo yonqui berlinés y se fue relajando al piano en discos como The Boatman’s Call, sin perder nunca su fondo tenebroso. Tuvo altos dúos y también romances con mujeres de valía artística diferenciada. El año pasado dio la sorpresa con el proyecto Grinderman, y tras oír su nuevo y electrizante disco, Dig!!! Lazarus Dig!!!, con su veterana banda The Bad Seeds, parece que esa escapada sónica fue una especie de pista de aterrizaje para sus once nuevos truenos sonoros.
Lázaro, el invitado mayor de su decimocuarto disco de estudio, resucitó de entre los muertos, pero Cave no ha pasado por ese trance. De hecho, parece haber celebrado sus redondas cinco décadas de vida con un entusiasmo adolescente: “Me pasa algo curioso en los dos últimos años, como si me hubieran echado una sustancia en el vaso, una droga que me hace amar la vida”.
Así que de un ser vital surgen unas vitales canciones: “Mi música es cada vez más abierta, un nuevo territorio. Componer este disco ha sido muy difícil, creí morir al elaborarlo. Me ha costado mucho poder llegar al punto en el que escribes algo que te sorprende, que no se parece a algo que ya hiciste antes. Pero, por el contrario, la grabación fue un placer, hicimos 15 canciones en cinco días. No me imagino pasando meses en un estudio. Acabaríamos por no soportarnos entre nosotros, nos separaríamos”.
El resultado de ese esfuerzo creativo ha sido una especie de ataque adolescente ciertamente tardío. “Hay cosas que se supone que suceden cuando vas envejeciendo, pero no tengo claro que eso me esté pasando a mí. De alguna manera es incómodo porque yo buscaba esa serenidad, pero no la he conseguido en absoluto”.
El nuevo disco, según Nick Cave, es “una hemorragia de palabras e ideas”. Lázaro, el hermano bíblico de Marta y María, amigos de Jesucristo y resucitado por éste de su tumba, es el protagonista. No son nuevas las referencias bíblicas del australiano, que editó sus canciones en el libro King Ink, con cierto formato de misal e imágenes de los pies clavados del Redentor tanto en la portada como en la contraportada del mismo.
“De niño, la historia de Lázaro me aterrorizaba. Fue el primer zombi conocido. Pero no estoy obsesionado. Es un buen personaje para una canción. Lo saco de su contexto original; no es una figura religiosa sino alguien que se pasea en nuestra época, en la que todo el mundo parece adormecido, inconsciente, paralizado, en coma, apático, drogado”.
Aunque en la nueva obra hay pasajes casi delicados, el protagonismo es ruidosamente guitarrero. “Hemos aparcado el piano porque se había convertido en el instrumento de todos los discos de The Bad Seeds. Para ser honesto, confieso que me aburría. Me he autoprohibido tocarlo. Puedo tocar la guitarra, el órgano, las putas maracas, pero no el piano. Eso ha cambiado la música, mi manera de cantar, mi forma de escribir, todo. He utilizado un órgano de juguete que les regalaron en Navidades a mis hijos pequeños, los gemelos, con un sonido de batería pregrabado: 'boom-kchh, boomkchh'. Compuse con él cuatro o cinco canciones. Así que era imposible no sonar pop; con ese trasto sólo te salen cosas amables. Cojas mis textos como los cojas, son siempre sombríos, hablan de malas noticias. Pero cantándolos en ese mini-instrumento aparecía una especie de sombrío efecto juguetón”.

Así que el otrora siniestro cantante se aprovecha ahora de los juguetes de los hijos para arropar musicalmente sus siempre curiosas historias, que desgrana en un tono casi de recitador, hasta de predicador a veces. “Soy muy creativo, fabrico cosas que saco de la nada, así que se puede decir que en cierto modo hago magia. Pero soy extremadamente pragmático. No creo en los fantasmas ni en los cuentos de hadas. La magia permite metáforas útiles. Mi mujer es la que cree en los fantasmas. Oye un ruido y ya está con los fantasmas. En la pareja, yo soy el pragmático y es ella la que ve pequeños seres bajo la cama”.

Así que Cave deja caer que mantiene una pareja estable, algo que no ha estado nada claro en el pasado, en su época con la sugerente cantante Anita Lane, en su relación con una fan brasileña -de aquella época quedó su canción en portugués titulada “Foi na cruz”-, el sonado romance con P J Harvey, etc. Pero últimamente el otrora bárbaro australiano es un feliz y relajado residente del condado británico de Sussex, donde habita con su mujer Susie Bick, la guapa chica de la portada y las sesiones fotográficas del álbum Viva! de Roxy Music.

¿Y Kylie Minogue? Hay bastantes fotos de sus giras en las que viajaba con un bolsito promocional de la diva australiana. El dúo que realizó en 1996 con su compatriota le alzó por una vez a las listas de éxito. “Nunca he pertenecido a la cultura pop mainstream, incluso con el éxito que hice con Kylie. Yo era el que cantaba con la

estrella, pero no la estrella. Recuerdo que después de haber intervenido con ella en el programa Top of the Pops estaba en una juguetería y un chaval disfrazado de Power Rangers va y me pregunta: ‘¿Tú eres el viejo que cantaba con Kylie Minogue?’ ‘¡Apártate, mocoso!’”

Cave confiesa que sería feliz si la siempre triunfante Minogue le propusiera otro dueto. “Yo estuve allí. Kylie me izó momentáneamente hacia ese mundo, después ella continuó su camino y yo no volví a caer... No he conocido las limusinas ni los paparazzi. Dicho esto, estaré siempre dispuesto a volver a hacer un dúo con Kylie; la experiencia que tuve con ella es uno de mis mejores recuerdos. Era muy simple y funcionó perfectamente, sin ningún tipo de líos. Era a la vez ambicioso, audaz, hizo flipar a bastante gente...”

Curiosamente, al bueno de Nick le ocurrió como a esos servicios de seguridad que se ponen nerviosos ante una turba heavy, que acaba resultando pacíficamente disciplinada, y son sin embargo sorprendidos por las muchedumbres adolescentes femeninas de los cantantes pop más rosas, que rompen todo tipo de barreras con su arrasador histerismo. “Hice algunos conciertos ante su público. Subí a escena con ella en un festival escocés y creí que aquellos tíos del público me iban a matar, me miraban extendiendo el puño y yo leía en sus ojos: ‘¿Cómo te atreves a acercarte a ella?’ Fue muy violento. Creía que los conciertos con mi grupo Birthday Party eran duros, pero aquello era otra cosa. Fue increíble”.
Mientras tanto, el mala semilla no parece tener mal gusto si se le pregunta por intérpretes a los que se uniría en un dúo. ¿No le gustaría un disco entero de duetos, como han hecho muchos otros colegas? “No tengo el tiempo para muchos proyectos así. Me suceden muchas cosas, pero cada proyecto tiene que tener una buena razón de ser. ¿Un álbum de dúos? ¿Por qué no? Pero toda la gente con la que me apetecería cantar está ya muerta: John Lee Hooker, Nina Simone, Barry White, Ray Charles... No quedan demasiados. Sólo Bob Dylan; si él me llama, me lo pensaré”.
Hum... Salió el fantasma: San Dylan. “Lo conocí en una edición del Festival de Glastonbury: vino hacia mí, me tendió la mano y me dijo: ‘Me gusta mucho lo que haces’. Y yo contesté: ‘Y a mí lo que haces tú’. Yeso fue todo. El asunto quedó ahí. Hay cosas para las que no estás preparado y ésa fue una de ellas”.

Fuente: ultrasonica.com

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