martes, 15 de septiembre de 2009

Meseta


A esa altura ya no quería seguir caminando, más que meseta era un desierto.

Nunca llegaba a destino, hace tiempo que seguía la línea del horizonte, pero cuando parecía acercarme… nada… nada de nada. Desierto por delante y por detrás.

Sin historia, sin futuro, sin vida.

Inexpresiva experiencia, absolutamente intrascendente.

En ese momento me senté y decidí esperar… la verdad, no se que, pero me quedé a esperar.

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