A esa altura ya no quería seguir caminando, más que meseta era un desierto.
Nunca llegaba a destino, hace tiempo que seguía la línea del horizonte, pero cuando parecía acercarme… nada… nada de nada. Desierto por delante y por detrás.
Sin historia, sin futuro, sin vida.
Inexpresiva experiencia, absolutamente intrascendente.
En ese momento me senté y decidí esperar… la verdad, no se que, pero me quedé a esperar.
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